miércoles, 28 de abril de 2010

SOBRE VELOS Y OTRAS HIPOCRESIAS (2/2)

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Si se aborda este tema desde el prisma de la religión, o religiones, el tema es sorprendentemente hipócrita. Somos capaces de juzgar a una persona por llevar velo y al mismo tiempo, vestir a nuestros hijos de marinero o princesa de cuento para hacer la primera comunión y luego, en la gran mayoría de los casos, no volver a pisar una iglesia hasta el día de la boda, si es que no optan por casarse por el Juzgado.
Criticamos el velo por considerarlo un símbolo religioso, pero no decimos nada si en la clase de nuestros hijos hay un crucifijo colgado.
No hace tanto tiempo, en España, si aquí, las mujeres que iban a la iglesia debían ponerse un velo en la cabeza y es mas, se sentaban en bancos separados de los varones. Bueno, está bien, eran normas de la iglesia en aquellos momentos y, dentro de los templos, parece razonable que se cumpliera. Pero se da la circustancia que, si un familiar cercano fallecía vestían, también solo las mujeres, de estricto color negro en señal de luto y salían a la calle con velo, esto era al menos, durante el primer año.
No soporto que se utilice el nombre de Dios (en cualquiera de sus versiones) para matar. Que yo sepa, ningún articulario supuestamente dictado por algún Dios, incita a matar, otra cosa son las reescrituras o interpretaciones que se han hecho, los hombres, a lo largo de los siglos, y lo peor, que siguen haciendo.
Y ya, en el ámbito político, que desgraciadamente sigue ligado a la religión, para mí lo del velo, como otras cosas, se está utilizando más políticamente que religiosamente, y cada uno arrimando el ascua a su sardina. Esto ha sido habitual a lo largo de la historia. La alianza de políticos con las religiones, más la incultura y desinformación del pueblo, les han hecho avanzar, florecer y enriquecerse a ellos y retroceder y empobrecerse a los otros. Reyes y Papas han utilizado al pueblo para ir a luchar contra el moro en las Cruzadas; los que se hacen explotar con una bomba adosada a su cuerpo, para matar a cuantos más infieles puedan, nunca son los predicadores.
En general, a todos les importa un bledo el velo, pero es una buena arma. Los árabes para proclamar la intolerancia de los infieles occidentales y llamar a la guerra santa, y los occidentales para alertar sobre los peligros de una nueva invasión musulmana y, posiblemente desviar la atención de otros problemas.
Esto se veía venir y la culpa de lo que está pasando o pueda pasar, la tienen los gobiernos occidentales por no legislar bien y a tiempo, en lugar de legislar cuando el problema ya existe y se tienen que hacer las cosas deprisa y corriendo y casi siempre mal.
MI CONCLUSIÓN
Con todo esto, y centrándome en el tema concreto de la adolescente NAJWA MALHA, he llegado a creer que la culpa la tenemos todos por hipócritas, pero mucha de esta culpa la tienen sus padres, por no decir que casi toda. Ellos podrán tener sus costumbres y las creencias que quieran que, en este caso, están basadas en el seguimiento estricto de sus normas. Posiblemente sea difícil ya que cambien ellos, pero si están viviendo aquí, son los primeros que deberían inculcar a sus hijos que las normas son otras y que, igualmente, hay que seguirlas estrictamente, lo que no pueden hacer es utilizar a su hija como instrumento de reivindicación. Si están pidiendo tolerancia hacia ellos, yo también se la solicito hacia nosotros.
No he querido entrar en otro tema porque sería motivo de una análisis mucho más profundo. El tema son los medios de comunicación y hasta donde estamos llegando. Con tal de vender más que el de enfrente, les da lo mismo todo. Yo solicitaría de inmediato un libro blanco de prácticas periodísticas obligatorio de seguir, y al que no lo cumpla...

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