Si, pero solamente una vez, cada cierto tiempo, cuando hay elecciones generales o locales, solamente esa vez, están cercanos al pueblo, somos lo más importante para ellos, prometen y prometen que dedicarán su vida a mejorar la nuestra, buscan nuestro voto.
Pasadas las elecciones ya no somos nadie para ellos, ya no les importaremos hasta que estén próximas las siguientes, nos guardarán en un baul hasta mejor ocasión en que nos necesiten. Hasta ese momento solo primarán los intereses partidistas o particulares de cada uno de ellos. Para comprobar esto no es necesario profundizar mucho o hacer una ardua labor de investigación, solamente hace falta pensar un poco y recordar ciertos hechos.
Si nos fijamos en los días siguientes, pocos, después de cada proceso electoral, el gran y único debate es el de cambiar la actual Ley Electoral. Este debate es siempre planteado por los partidos que no han ganado, y no digo perdedores, porque aquí no pierde nadie, todos, en mayor o menor medida, son ganadores. Todos, menos el partido vencedor, dicen que hay que cambiar el sistema de recuento de votos, que no refleja de verdad los deseos del pueblo, pero nunca se hace la tan demandada reforma, sobre todo porque, a los dos grandes partidos PSOE y PP, les va bien como está, esa alternancia en el poder la tienen asumida, ahora tu, mañana yo, y que nadie pueda entrar a jodernos el negocio. Para esto, no les importamos.
Luego, durante toda la legislatura, solo hay que fijarse en las sesiones del Congreso. Solo cuando hay un debate más o menos importante, aparece lleno. En la mayoría de las ocasiones, solo están los miembros de la mesa, el ponente que está hablando, y cuatro gatos en los escaños, leyendo el periódico. No se si esto debe ser así, pero la imagen que trasmiten es de pasotismo total. Cuando hay ese debate más o menos importante, se da otro hecho significativo. Las votaciones se hacen en función de las ordenes de partido, todos votan si o no, en función de lo que dice el jefe, ninguno piensa por si mismo, o puede pensarlo pero no hacerlo, si eso que está votando es lo que le conviene a las personas que, a su vez, le votaron a el, o es bueno o no para la provincia española por la que fue elegido es, lo que le conviene al partido. Para esto, no les importamos.
Hay muchísimas más cosas, pero solo con estas dos, resumen perfectamente el devenir de toda una legislatura, de por qué tenemos una Ley Electoral que, según dicen no nos viene bien; del por qué tenemos Leyes que solo interesan aprobarlas así, al partido o partidos correspondientes y que, en muchos casos, se aplican de diferente manera según la Comunidad Autónoma correspondiente, es decir, de que partido es el equipo de gobierno en ella; del por qué hay españoles de primera y de segunda, en función de la localidad donde vive.
Mientras, nosotros, el pueblo, nos dedicamos a discusiones de bares o de oficina, haciéndoles el caldo gordo, intoxicados por medios de comunicación partidistas y colaboracionistas, a los que interesa tenernos viviendo en esta gran mentira, tenernos divididos, porque unidos por alguna causa común, les damos miedo. Como ya he dicho otras veces, estoy seguro de que después del paso de España por el mundial de fútbol, donde millones de españoles de todas las provincias y de todos los colores, salieron a la calle juntos a ver los partidos en grandes pantallas, y celebraron todos juntos el triunfo, estoy seguro que algunos han tenido pesadillas al pensar que si nos uniéramos por alguna por otra causa que no fuera deportiva, por ejemplo la salida de la crisis económica, posiblemente se les terminaba el chollo que tienen.
No, no les importamos un bledo.