martes, 21 de octubre de 2008

ÉRASE UNA VEZ

Érase una vez en un pueblo, a unas pocas leguas de la capital del reino, en el que un Señor Feudal dominaba con mano de hierro a sus súbditos. Apoyado por estómagos agradecidos, correveidiles, abrazafarolas y sobre todo, apoyado por la ignorancia de la mayoría de la población, campaba a sus anchas por estos lares. Nadie osaba contradecirle, so pena, de flagelación pública, descrédito o incluso obligando al destierro al osado.
Dada las luchas palaciegas en la capital del reino, esto pasaba desapercibido o, si se sabía, se miraba para otro lado. Incluso, era apoyado por una Duquesa a la que le convenía, para sus intereses en el reino, el poder adquirido por este Señor Feudal en sus dominios.
Pero hete aquí que un día, una ama de llaves del Señor Feudal, cogió manía a una empleada que trabajaba en el castillo. La empezó a hacer la vida imposible y, ayudada por unos lacayos envidiosos y sumisos, la acusaron de haber robado importantes documentos. Fue inmediatamente expulsada del castillo y llevada ante los tribunales.
Mientras salía o no el juicio, su marido, ferretero de profesión, intentó de todas las maneras posibles hablar con el Señor Feudal para esclarecer lo sucedido, pero este hacía oídos sordos y no le recibía. El marido, había oído que existía una bruja muy poderosa llamada Internet y, ni corto ni perezoso, se puso en contacto con ella. Esta bruja le dijo que lo mejor era difundir su caso los más ampliamente posible, que las gentes de buena fe lo conocieran y se levantaran contra el Señor Feudal anulando su poder y, si era posible, llegará hasta La Corte. Posiblemente el Rey, y sobre todo su Primer Ministro, pudieran tomar medidas al respecto y anular o disminuir el poder de la Duquesa y, por lo tanto, el del Señor Feudal.
El marido, ayudado por la bruja Internet, construyó una herramienta que le permitía transmitir sus mensajes a miles... millones de kilómetros. Hasta que me ha llegado a mí. Así que te transmito esta historia, que no se como terminará, pero supongo que puede depender DEL PODER DE TU VOZ. Cualquier parecido con la realidad NO es pura coincidencia. Ni se te ocurra pensar que este pueblo puede ser, por ejemplo...por ejemplo... Navalcarnero, por decir uno que está cerca de la capital del reino. Si se te ocurre...bajo tu responsabilidad queda.
Y colorin colorado este cuento, por desgracia, no se ha acabado.

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