Hoy, unos minutos después de la hora de publicación de este artículo, se cumplirán 50 años de una atrocidad, que no era nada más que el comienzo de otras muchas, realizadas a lo largo de estos años.
Poco después de las 7 de la tarde del día 27 de Junio de 1960, un artefacto incendiario hacía explosión en una de las taquillas de la consigna de maletas de la estación de ferrocarril de Amara (Guipúzcoa), matando a la niña de 22 meses Begoña Urroz por las quemaduras en el 90% de su cuerpo y dejando heridas a otras cinco personas.
Los medios de comunicación de la época se limitaron a la publicación de una corta nota del Ministerio de la Gobernación, que dirigía el general Camilo Alonso Vega, que terminaba "...con estos hechos se ha pretendido dar cumplimiento a las consignas terroristas que elementos extranjeros, en cooperación con separatistas y comunistas españoles, vienen propugnando insistentemente".
Ni se conoce quienes eran lo elementos extranjeros a los que hacían mención, ni quienes eran los separatistas ni comunistas españoles, esto nunca más se aclaró, ni nadie por supuesto volvió a preguntar, como si no hubiese pasado nada.
Con el tiempo se ha podido comprobar que este asesinato, fue el primero de muchos realizados por la banda de cobardes a lo largo de estos años. Que ni la muerte del dictador, ni la desaparición del antiguo régimen, ni la aparición de nuevos escenarios políticos, han conseguido detener.
Desde aquí mi solidaridad con la familia de Begoña y con la de los cientos de asesinados, y desde aquí, mi total repulsa y asco hacía estas alimañas.